Longitud: 7 km.
Duración: 3 horas
Época: Primavera, invierno, otoño.
Época: Primavera, invierno, otoño.
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La ruta que proponemos en esta ocasión es casi un paseo, pero debemos tener en cuenta que los días de fuerte calor debemos desecharla por completo, ya que, si bien no reviste dificultad y apenas llega a las tres horas, el barranco por el transcurre es bastante árido. El sendero parte del mirador Degollada de la Yegua (480 m.) y alcanza la cumbre del macizo que lo abriga, el Amurga. Para acceder a este enclave, debemos tomar la GC-60 que parte de Maspalomas a Fataga. El desvío hacia el mirador está señalizado y posee un amplio aparcamiento.
Una vez allí, tomamos la pista de tierra que asciende por la derecha de la carretera y que lleva hasta una torreta blanca. Es el camino que lleva a la antigua escombrera. Para evitarla, tomaremos un sendero que parte a la izquierda del camino de tierra. Existen varios mojones de piedra, pero si no están, debemos avanzar ladera arriba, y en seguida llegaremos al sendero, visible y señalizado. Avanzamos con la espectacular panorámica del macizo de Arteara de fondo. Llegaremos a una gigantesca era de doce metros de diámetro a la izquierda. Se trata de un circulo de piedra donde el grano era secado, lo que indica que la cima de esta montaña era usada como campo de cultivo.
Retomamos el camino. En esta parte podemos contemplar las escorrentías del barranco, y el cauce pedregoso por el que transcurre el agua en épocas de abundantes lluvias. Seguimos avanzando por la llanura. A la derecha podemos ver la cabecera de barranco hondo, poblado de cardones . Ascendemos hasta una subida con unas pequeñas cuevas a la derecha. Es un lugar ideal para hacer una pequeña parada, ya que detrás de ese conjunto rocoso, encontraremos un banco de piedra donde poder sentarnos y admirar el paisaje.
Una vez aquí, nuestro camino cambia, ya que abandonaremos el sendero para tomar otro, no muy claro, que lleva loma arriba. En esta parte las señales no están muy claras, por lo que debemos tener en cuenta que debemos subir hasta llegar a un mojón de metro y medio de altura, situado en un pequeño llano. Lo pasamos y seguimos en dirección a la cresta del macizo, desde donde podemos contemplar, una vez mas, el barranco de Fataga abriéndose paso entre montañas, con Risco Blanco y la Caldera de Tirajana como telón de fondo.
Seguimos por el cresterio, con precaución, ya que los golpes de viento son frecuentes en esta zona. Llama la atención en este tramo la vegetación aferrada a los escarpes, desafiando la gravedad, y las curiosas cuevas que existen en sus filos mas afilados. Avanzamos por el macizo hasta llegar al Pico Puercos, un saliente de roca de más de mil metros de altura, con Arteara en frente. Continuamos por el escarpe hasta que el mismo sendero se bifurca ligeramente hacia la izquierda. Seguimos ascendiendo por él hasta llegar al pico mas alto, el Amurga, con su espectacular caída. La vuelta la podemos realizar por el mismo sitio.
Desde la cima del macizo se puede contemplar el pueblo de Arteara. A primera vista, llama la atención la espectacularidad del desplome parcial de la montaña sobre el pueblo. Si nos acercamos a visitarlo, nos encontraremos con el yacimiento de túmulos funerarios mas numeroso de la isla. Los aborígenes usaron este enclave para realizar enterramientos. Más de 800 tumbas se acumulan en esta zona. Por culpa del intenso expolio llevado a cabo durante años, hoy día apenas quedan treinta tumbas sin profanar.
Se dice que en una de las tumbas yacían los huesos de un rey guanche, la conocida como Sepultura del Rey, cuyo túmulo es señalado tan sólo un día al año por los rayos del sol del solsticio de invierno que se vierten a través de la abertura del macizo de Amurga, ( foto superior). También llama la atención en este macizo el doble orto-solar, un fenómeno que consiste en que el sol salga dos veces a través de sus crestas, ya que se oculta durante unos segundos y luego reaparece por el mismo lugar. Pero no solo eso. En el macizo de Amurga también se ha localizado un almogarén, lugar de culto aborigen, lo que lleva a pensar, uniendo todos estos puntos, que el macizo por el que caminamos tenía una significación mágico-religiosa muy importante para los antiguos canarios.
En la cima del Amurga, según relatan las crónicas de la época, se refugiaron aborígenes durante el saqueo y la posterior conquista por parte de los castellanos. Este macizo tenía un alto interés estratégico, ya que avanzando por su cresta, se llegaba al cercano pueblo de San Bartolomé de Tirajana y Risco Blanco, bastiones defensivos durante la conquista.