Longitud: 1.5 km.
Dificultad: Fácil
Duración: 30 minutos. Monumento natural
Época: Todo el año
Época: Todo el año
En este caso proponemos un sencillo paseo por el "hermano pequeño" del Roque Nublo, el Roque Bentayga. Este hermoso macizo preside la caldera de Tejeda, y desde su atalaya se puede contemplar uno de las mejores vistas del centro de la Isla. Se trata de una pequeña ascensión de tan solo kilómetro y medio, pero la vista y los sentidos son recompensados con creces.
Para llegar al Bentayga, hay varias opciones. Si se va desde la capital, se toma la GC-15 hasta Tejeda. Una vez allí, se seguirán las indicaciones que llevan hasta San Bartolomé de Tirajana, la GC-60, y tomar la GC-607, donde verá un cartel que ya le llevará hasta el Roque. Es una carretera serpenteante que conduce al parking y a la base del Bentayga.
Nuestra visita empieza en la carretera que asciende al Roque, desde donde podremos observar multitud de cuevas excavadas por toda la montaña. Se trata de las primeras viviendas aborígenes que veremos, y que se encuentran en la base de la montaña. Al llegar a la explanada del aparcamiento, veremos un sendero empedrado que asciende con forma de escalera. Unos metros mas abajo, a la izquierda, se encuentra el centro de interpretación, hoy cerrado. Si realiza esta subida en los meses de frío, puede incluso disfrutar de los almendros en floración que se encuentran por el camino. El sendero le llevará a la otra vertiente del Roque, con preciosas vistas de la cuenca de Tejeda.
Ascienda hasta llegar a una escalera de piedra algo empinada. Súbala con precaución y llegará al almogarén, -zona sagrada donde se realizaban ritos a las deidades- en la parte oriental del Roque, fácilmente reconocible por ser un cuadrilátero tallado en piedra con una canaleta labrada. A día de hoy los expertos siguen manteniendo un debate sobre el uso de este lugar. Unos sostienen la tesis de que se trata de un almogarén donde se realizaban ritos, ya que el símbolo labrado bien podría ser un recipiente para depositar algún tipo de líquido. Otros se inclinan por la teoría de que se trataba de huecos donde iba aposentado algún tipo de poste o viga que servía de soporte para algún tipo de construcción.
Incluso se ha planteado la idea de que se trata de la planta de una vivienda, con un puesto de vigilancia al frente de ella. Las muescas halladas en varias partes de la roca coinciden con el equinoccio de primavera y otoño, lo que también incluiría una tesis arqueoastronomica. Sea como fuere, el caso es que la construcción no es nada común, y plantea varias preguntas. ¿Se trataba de un lugar de culto, un puesto de vigilancia, una vivienda o quizás observatorio astronómico? Lo cierto es que se trataba de un lugar de una significación especial para los aborígenes, y aún hoy día mantiene un halo de misterio que atrapa a todos los que se acercan hasta él.
La visita no acaba aquí. Puede seguir disfrutando del Bentayga y de sus cuevas -se han contabilizado casi cien- si sigue el sendero que sale justo detrás del almogarén. Pase con cuidado y llegará a una abertura que le llevará al otro lado de la montaña. Es un mirador único desde donde podrá contemplar toda la cuenca central de la isla y el vecino pueblo de Artenara.
Para bajar, debe tener cuidado. Vuelva por donde ha venido, con cuidado, ya que la bajada es más pedregosa. Una vez cruzada la escalera de piedra, no debe despistarse y tomar siempre el sendero de la izquierda, ya que existe otro medio escondido entre la maleza que le lleva a la parte derecha del Roque, y que suele tender a equívocos. Es importante que al bajar se fije bien en una construcción antiquísima. Es un pequeño murete de piedras que data de la época aborigen, y que pudo ser construido para acciones defensivas. Siga por el sendero señalizado para llegar al aparcamiento otra vez.
Esta atalaya es especial no solo por sus espectaculares vistas y su enorme contenido arqueológico. El Bentayga forma parte del último capítulo de la conquista de Gran Canaria. En él se refugiaron uno de los últimos contendientes de resistencia aborigen. De allí partió la última resistencia hacia el triste final en la Fortaleza de Ansite.
El macizo del Bentayga está conformado por el propio Bentayga, las Cuevas del Rey y el Roque Camello, en la vertiente oeste. Durante la última fase de la conquista de la isla, y tras la victoria de Ajodar, los últimos canarios encontraron cobijo en las cuevas de este macizo, y desde donde organizaron la última resistencia. Cuentan las crónicas de la época que fueron cercados por los castellanos durante días, que ansiaban una rendición canaria por falta de alimento.. Sin embargo, los textos de la época hacen referencia a la existencia de un yacimiento natural de agua, lo que ayudó a los canarios a resistir hasta que Bentejuí, sucesor al trono, junto con Tazarte, sñor de Telde y un grupo de leales guerreros decidieron retirarse a la Fortaleza de Ansite para ofrecer resistencia. Allí, viéndose cercados y en minoría, depusieron las armas y se rindieron a los castellanos a finales de abril de 1483. Cuentan las crónicas que Bentejuí y Tazarte decidieron arrojarse al vacío antes que ser capturados al grito de 'Atis Tirma'.