Sendero de los Guardianes Centenarios -Tenerife-

 Longitud: 7 km
 Duración: 4 horas
 Dificultad: Media-ojo a las señales
 Época: Verano, primavera, otoño.



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El sendero que proponemos transcurre en el bosque de Agua García, una población cercana a La Laguna. Pese a que los sendeos más conocidos transcurren en el Parque Natural de Anaga, ésta es una interesante opción para todos aquellos que quieran conocer otro de los bosques de Tenerife y que es menos conocido. Existe, además, una zona recreativa, donde poder sentarse a comer tranquilamente tras la caminata.

Para acceder a este reducto de laurisilva tenemos que llegar al pueblo de Agua García por la TF- 226 (desde la autopista TF-5) y seguir subiendo hasta llegar al pueblo. Veremos una gasolinera a nuestra derecha, justamente antes de una rotonda.  Tomamos la izquierda en la rotonda, por una carretera que asciende y que está señalizada con un cartel de 'Área recreativa Lomo de la Jara'. Subimos hasta que la carretera termina en un centro de interpretación a mano derecha y una explanada de tierra, donde podremos aparcar.

Iniciamos nuestra ruta en la pista de tierra que sale del aparcamiento. Es cómoda y amplia, y estaremos acompañados por viñátigos  centenarios durante todo el trayecto. Existe un ejemplar que ronda los mil años. Es una parte encantadora del bosque, ya que la laurislva es densa y nos mantiene a la sombra todo el trayecto. Justo al llegar a una curva, la primera, una escalera de madera nos lleva hasta las 'Cuevas  del Vidrio', llamadas así porque hasta bien entrado el siglo pasado, aquí se extraían minerales para la fabricación de vidrio. Hoy están abiertas al público y, si nos adentramos, podremos ver una serie de pasadizos que las conectan.


Ascendemos por una escalera a nuestra izquierda y llegaremos a una explanada. Tomamos la pista señalizada como 'Las Fuentes', que es la que asciende. Subimos por esta pista de tierra hasta que, a nuestra izquierda, justo en la esquina de una finca privada vallada, se abre un sendero con marcas blancas y amarillas. Nos adentramos por el bosque. Existen varios caminos que se abrirán a nuestra derecha. No tomaremos ninguno, ya que son calles sin salida. Seguimos recto hasta que una cadena de terreno privado nos nos cierra el paso nos corta el paso. No desesperemos. A la derecha se abre un sendero estrecho al principio y amplio después que nos lleva a la parte superior del bosque. Debemos seguir siempre hacia arriba. En una parte incluso unas paredes de tierra bordean el sendero y nos pueden llegar hasta la altura de los hombros. Esta parte del bosque es bastante densa en vegetación, y la luz apenas penetra a través de las ramas.



Todo el camino lo haremos subiendo hasta que lleguemos a una parte en la que nos encontraremos una amplia pista de tierra a nuestra derecha. Es el límite del bosque. Localizaremos esta parte porque además existe un cruce de caminos. Podemos tomar el primero o el segundo a nuestra derecha. No el que sigue de frente. El más idóneo es el primero a la derecha, que transcurre plácidamente por el bosque hasta el área recreativa, atravesando un pequeño cauce, hoy seco. Sin embargo, si decidimos aventurarnos e ir por el segundo, de aspecto más inhóspito y salvaje, esto es lo que debemos hacer. Bajamos por el sendero y seguimos en línea recta por un bosque de pinos muy tupido y con unos extraños hongos que crecen en su corteza.


Pasaremos en paralelo a lado de una finca y, al llegar a la casita de madera del terreno particular, giraremos a la derecha, por un sendero poco claro que nos lleva en diagonal hasta el cauce seco de un barranco, con unas escaleras de madera en la otra parte. Subimos y avanzamos en línea recta hasta el área recreativa. Esta parte del sendero está señalizada, así que no hay ningún problema. Llegamos al área recreativa. Momento para un descanso. Tras reponer fuerzas, atravesamos la zona hasta unos bunkers de piedra, los aseos, y seguimos en paralelo a ellos descendiendo por un sendero con vallas de madera. Bajando, nos encontraremos una zona muy coqueta del bosque con una galería de agua, ya cerrada, y un brezo que custodia esta parte del bosque desde su enorme 'maceta' de piedra.


Descendemos y nos topamos con otro sendero. Tomamos la izquierda y seguimos avanzando por el camino. Si decidimos atajar por el barranquito, debemos tener cuidado con los resbalones. Seguimos hasta alcanzar un mirador de madera con varios bancos y del que parte una pista muy amplia para volver al aparcamiento. Esta última parte apenas alcanza los 700 metros, y es un sendero adaptado para personas con movilidad reducida o carritos de bebé. Seguimos por él hasta llegar otra vez al aparcamiento.