
Duración: 4 horas (aprox)
Dificultad: Media (fuerte desnivel)
Época: Todo el año, excepto con lluvia.
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La ruta que planteamos en esta ocasión era utilizada por los habitantes del Valle de Agaete para intercambiar pescado por productos del campo con los agricultores de Artenara o Tejeda. Se trata de un camino real usado por los aborígenes para el pastoreo. Es un sendero perfectamente señalizado, y que nos permitirá ascender desde el Valle de Agaete hasta Tamadaba, pulmón de la isla. Su principal atractivo reside en que podremos contemplar el pueblo "colgante" del Hornillo, donde una multitud de casas-cuevas desafían a la gravedad desde una pared inexpugnable. El recorrido culmina en la Presa de los Pérez, ya en Tamadaba, para descender por el mismo camino.
Nuestro camino parte desde los aparcamientos en el pueblo del Sao. Para acceder allí, debemos seguir las indicaciones del mapa, por la carretera que transcurre por todo el Valle hasta que culmina en el pueblo del Sao, con sus casas tradicionales. Por el camino, encontraremos incluso el abandonado balneario de los Berrazales, donde antaño estuvo ubicado la embotelladora Aguas de Gáldar. La carretera termina en una explanada, donde podremos dejar el coche.
Una vez allí, ascendemos por la pista de cemento que lleva a las únicas casas del lugar, y giramos a la derecha, donde un poste indica el sendero "Hornillo- Tamadaba". Ascendemos entre el grupo de casas hasta la primera intersección, también señalizada, que nos indica que giremos a la derecha. Cerca de allí, veremos dos antiguos hornos de piedra. Seguimos ascendiendo por la empinada cuesta. Durante el recorrido nos toparemos con otras veredas, pero debemos seguir por el camino empedrado hasta un pequeño conjunto de cuevas de color anaranjado-blanquecino, ya abandonadas. Son las llamadas 'Cuevas coloradas', de origen troglodita. A partir de aquí, el camino sigue ascendiendo sin llanear en ningún momento.
De vez en cuando, conviene mirar atrás para ver la cabecera del Valle de Agaete, y de paso, sentirnos orgullosos de lo que hemos subido hasta ahora. El empedrado sigue entre pasteles de Risco y vegetación propia de zonas rocosas, como madroños canarios, bicacareras y rosalillos. Debemos tomárnoslo con calma, ya que la distancia desde el Sao hasta el Hornillo es de apenas un kilómetro y medio. Eso sí, cuesta arriba sin descanso.
Tras una ardua ascensión, llegaremos al pueblo del Hornillo, y a su ermita de Santa Teresita. A la izquierda de la plaza existe un camino que nos llevará hasta las casas-cuevas, al borde el Risco. La estampa es impresionante, y parece salida de una película, ya que la verticalidad de las paredes, con sus empinadas escaleras que llegan hasta las cuevas de arriba, nos hacen preguntarnos quién hizo semejante obra a base de picos y palas. Todo apunta a que se trata de un asentamiento que se remonta a la época prehispánica, y lo recóndito de su ubicación lo convierten en un refugio perfecto para sus moradores. Existe, además, una fuente en las cercanías, en paralelo a la calle principal de las cuevas, bajando una pequeña vereda. Es un buen sitio para llenar la cantimplora.
Una vez en la plazoleta del pueblo, seguimos la carretera asfaltada hasta llegar a una intersección. Es un kilómetro y medio casi en llano, por lo que es bastante agradable caminar por allí. Durante este tramo, otras casas-cuevas aparecerán al borde de la carretera, pero ya abandonadas. Una vez en la intersección, tomar el desvío que indica 'Las Presas', por la carretera que desciende, y llegaremos, tras unos trecientos metros, a la Presa de los Pérez, en Artenara.
La Presa de los Pérez fue contruida sobre unas viviendas de agricultores de la zona, y data de 1934. Según datos de la Fedac, tiene capacidad para 95 000 metros cuadrados de agua.Fue construida por los regantes del norte de Gran Canaria, aprovechando la orografía del Barranco de los Pérez, donde se ubica. La existencia de nacientes, unidos a su pequeño tamaño, hacen que casi nunca esté vacía, por lo que su aspecto suele ser siempre el mismo, en lo que a cantidad de agua se refiere. Es una presa muy bonita, ya que se enmarca en el Pinar de Tamadaba.
Siguiendo la indicación del Cabildo que indica 'Tamadaba', seguimos por una carretera asfaltada a la derecha que lleva a una casa. Continuamos por el borde la presa hasta el sendero que sube a Tamadaba. Existen multitud de pinos bajo los que guarecerse del sol y tomar algo, contemplando la estupenda vista que nos regala la naturaleza.
A partir de aquí, se nos abre la posibilidad de seguir otras rutas hacia Tamadaba. Esta vez nosotros elegimos culminar aquí el paseo y bajaremos por el mismo camino por el que hemos venido, siempre teniendo cuidado debido a lo empinado de las cuestas, y a lo abrupto del sendero. Una buena opción, una vez culminado el sendero, es darse un refrescante chapuzón en la playa de Agaete, o en las piscinas del municipio, para dar por concluido un día perfecto.