Dificultad: Fácil
Para llegar a este paraje, existen dos opciones; se puede optar por la ruta que parte desde San Felipe hasta Moya, o bien, se parte desde Firgas. Nosotros escogeremos la primera opción, al ser la mas directa. Por la GC-2 dirección Gáldar, tomaremos la desviación que va hacia Moya, una vez pasado el barrio de San Andrés. Es una carretera con algunas curvas, pero que merece la pena porque podemos contemplar el final del Barranco de Azuaje. Una vez pasado el barrio de Los Dragos, nos encontraremos una bifurcación, que nos indica Moya a la derecha y Firgas a la izquierda. Tomamos dirección Firgas. Una vez pasado este cruce, seguimos por la serpenteante carretera hasta encontrarnos un impresionante puente de piedra y un cartel que pone ‘Barranco de Azuaje’. Giramos a la derecha, antes del puente, por una pequeña carretera que nos introduce en el barranco, y seguimos la pista de tierra hasta una explanada a la izquierda, donde podemos dejar el coche.
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La pista de piedra, perfectamente conservada, nos llevará hasta el antiguo Balneario de Azuaje, hoy abandonado. El edificio aún conserva gran parte de su encanto, con blancas paredes, arcos y pequeñas estancias hondonadas en la roca, donde la vegetación campa a sus anchas. El Balneario se construyó hacia 1868, ya que de allí manaba un manantial de aguas minero-medicionales muy beneficiosas para la salud.
El Balneario estuvo abierto durante muchos años, y hasta él acudían adinerados turistas europeos en busca de las ansiadas aguas medicinales. Hemos de recordar que la construcción del balneario fue un hito histórico en Firgas, ya que esta pequeña Villa alcanzó su independencia de Arucas en 1835, por lo que la construcción de un establecimiento de estas características en un municipio tan joven sería todo un revulsivo para su economía, centrada en la agricultura.
Tras la Guerra Civil, el Balneario cerró sus puertas en 1938, debido a los graves problemas económicos en el país, sumergido en la post guerra. Las gentes del lugar siguieron haciendo uso de sus instalaciones para realizar pequeños bailes, hasta que una riada en 1955 destrozó lo que quedaba del edificio. El Gobierno de Canarias aprobó una subvención para restaurar dicho lugar el 25 de noviembre de 2003. A día de hoy, el proyecto sigue esperando a que la humedad termine por derribar este elegante edificio señorial. A la derecha del edificio veremos una escalera de piedra que asciende por la ladera. Ese será nuestro camino de vuelta.
Seguimos nuestra ruta por la pista de piedra y nos adentraremos en el barranco, dejando a nuestra derecha unos pequeños merenderos. Continuamos por el sendero. Durante todo el trayecto veremos saltos de agua y cascadas, enmarcadas en una espesa vegetación donde abunda la laurisilva.
Es interesante pararse en algunos tramos y observar cómo la roca del barranco aún rezuma agua incluso en verano. Por el camino, nos encontraremos un edificio abandonado: se trata de un antiguo pozo de agua utilizado, previsiblemente, para extraer las tan preciadas aguas del lugar. En su interior, la maleza se ha apoderado de el inmueble, por lo que apenas es perceptible ningún elemento de interés.
Tras unos metros caminando, nos encontraremos una pequeña sorpresa: una cuerda atada a una roca nos facilita el descenso a un pequeño salto entre las cañas. Esta es solo la primera sorpresa. Avanzando por el sendero, las cascadas se van haciendo cada vez mayores, y la vegetación mas tupida. Llegaremos a un punto donde el sendero nos ha preparado una sorpresa, ya que nos tocará trepar un poco por unas cuerdas ancladas en la roca que nos facilitarán la pequeña subida por una pared algo empinada.
Una vez salvado este obstáculo, podemos seguir por nuestra ruta entre helechos y vegetación salvaje hasta atravesar dos muros de piedra de apenas medio metro. Desde aquí, el camino sigue hasta llegar a una escalera de madera asegurada con enormes tachas a la pared.
A partir de aquí, iniciamos la ascensión por la ladera izquierda del Barranco, donde es recomendable efectuar varias paradas y contemplar la Selva Doramas, que se extiende ante nuestros ojos.
Una vez alcanzado el borde, seguimos por una pista de hormigón, dejando a nuestra espalda el cartel de ENP.
Seguimos recto, por una pista de tierra que parte desde un torreón de la luz. No debemos girar a la derecha siguiendo la pista de hormigón, ya que se trata de una finca privada. Una vez concluido el ascenso por la pista de Tierra, llegaremos a la zona del Trapichillo, donde veremos un horno antiguo de piedra.
Enlazaremos con la carretera general. A la izquierda, llegaremos a Firgas y a la derecha, al barranco de las Madres. Tomamos la primera opción, a la izquierda y seguimos por la carretera. Cuando lleguemos a un cruce, seguiremos recto, por la izquierda, por la carretera de las Madres hasta encontrar a nuestra derecha, en una curva, -la única- un pequeño pasaje llamado ‘El Alamo’. A esta altura, a la izquierda, parte una senda de asfalto que baja entre unas casas hacia el barranco. Esta es nuestra salida.
Tomamos este camino que serpentea la ladera del barranco y, tras unos treinta minutos bajando en zig zag, y a los pies de una pared rocosa con cuevas en su cima, llegaremos a la parte oeste del majestuoso Balneario de azuaje. Fin de la aventura.